{{sindex}}/{{bigImglist.length}}
{{memberInfo.real_name}}
{{commentname}}

Texto ganador: «Cuando los chinos estamos en Roma»

{{newsData.publisher_name}} {{newsData.update_time}} 浏览:{{newsData.view_count}}
来源 | {{newsData.source}}   作者 | {{newsData.author}}
Texto ganador: «Cuando los chinos estamos en Roma» Roma ganador viaje esa experiencia Autora 曹桢 día Sevilla creía 崇真艺客


  Texto ganador en el concurso «El viaje, esa experiencia sensible»


Cuando los chinos estamos en Roma

Autora: 曹桢 Cao Zhen

Unas horas antes de terminar nuestro primer día en Sevilla creía que mi madre había arruinado mi viaje y mi cita con mi mejor amiga española. No tenía idea de que sería ella quien al final daría a este viaje el sentido más precioso, inspirándome a ver el mundo con una mirada propia y original.


Conocí a Gloria en el segundo curso de mi carrera universitaria. Ella estaba en un programa de intercambio en China y volvió un año después a Sevilla. El año pasado le dije en una carta que tenía el plan de ir a su ciudad para seguir mis estudios, y ella me invitó con efusión a visitar Sevilla con mi madre durante mis vacaciones de invierno. Era la primera vez que viajábamos al extranjero sin inscribirnos en ningún grupo guiado y decidí asumir la responsabilidad de llevar a mi madre a explorar los paisajes y la cultura de la tierra que conocía bien por haberla estudiado durante cuatro años en la universidad.


El primer día de nuestro viaje no elaboramos una ruta específica y deambulamos por todos lados, siguiendo los pasos de Gloria. Sevilla es un lugar que sorprende en cada rincón. Antes de llegar a algún sitio turístico, ya nos había conquistado con la amabilidad y la alegría de su gente en las calles. Al doblar una esquina, vi a una mujer muy hermosa, sentada con una manta grande y colorida, en la que había cartas de tarot y una bola de cristal. Tenía facciones perfiladas y ojos profundos. Su melena ondulada y oscura se derramaba por su espalda. Llevaba una larga cadena de joyas artificiales que rodeaba su cuello. Su imagen me recordó inmediatamente a la historia de Carmen que justamente estaba ambientada en Sevilla y había sido protagonizada por una gitana valiente y hermosa. «¿Es una gitana?», le pregunté a Gloria. «¡Sí, y tiene el talento de predecir tu futuro leyendo las cartas! ¿Quieres probar por unos euros? ¡A ver si puede acertar en algo sobre ti!».


Gloria me animaba con entusiasmo. Ya no podía controlar mi curiosidad y tenía una mano en mi bolsillo, dispuesta a sacar unos euros para revelar el secreto de mi destino. Pero mi madre se puso nerviosa, al vernos charlar misteriosamente y mirar de vez de cuando hacia el rincón apartado donde estaba la mujer en el suelo que parecía una mendiga. Me tiró a un lado y me preguntó: «¿Qué pensáis hacer?». Le conté sobre el poder de presagio de esta mujer e intenté fascinarla con mi descripción sobre las tradiciones misteriosas de los gitanos. Sin embargo, levantó las cejas con asombro y dijo rotundamente: «Esto no se puede hacer. El destino se cambia una vez predicho. La buena suerte previsible desaparece». Ignoraba que existía esta creencia en China y no sabía cómo explicárselo a Gloria. Solo podía interrumpir a mi madre y repetirle que eso era pura estupidez. Gloria observaba que estábamos un poco emocionadas y nos miraba confundida. Mi madre sacudía la cabeza y al final dio unos pasos en dirección contraria, haciendo gestos con la mano para que dejemos ese lugar «peligroso». «Nos vamos», le dije avergonzada a Gloria. Veía que mi amiga estaba un poco desilusionada y decidí pedirle perdón después.


Aquel día nos habíamos levantado temprano y empezamos a sentir hambre a las once y media. Mi madre insistía en que descansáramos sentadas en un restaurante y esperáramos a que se empezara a ofrecer comida a la una. Quería pedirle disculpas a Gloria por la actitud poco flexible de mi madre, pero parecía que, con la cara iluminada por una gran sonrisa, su ánimo no había sido influido por nada. Una vez sentada, mi madre levantó la mano, dando señales al camarero para que viniera, y le dijo: «Two hot waters, please». Mi sangre se quedó estancada en mis venas por unos segundos. «Agua fría está bien, gracias”, le dije de inmediato para salvar la situación. Me volví a mi madre: «Aquí no tienen. ¿No sabes que no beben agua caliente?». Ella se mostró asombrada: «¿Cómo podemos beber agua fría en invierno? Hace daño al estómago. La medicina tradicional china opina que...». Durante ese tiempo, no me di cuenta de que el camarero amablemente había vuelto de la cocina para traernos tres copas en bandeja, una con agua de hervidero, una con agua fría y una vacía. Las tres intercambiamos miradas aliviadas.


La Plaza de España ofrecía un panorama espectacular que nos quitó el aliento. Gloria me señaló los bancos que adornaban la plaza y cómo cada uno de ellos representaba la historia de una provincia. En un momento caí en la cuenta de que había perdido de vista a mi madre. Me volví y encontré la en el centro de la plaza tomando largos videos moviéndose de un lado al otro con el móvil por arriba de su cabeza. Parecía muy graciosa y había atraído la mirada de varios locales. Le pregunté en voz alta: «¿Y eso para qué? ¡Te están mirando!». Me contestó con un tono muy alegre: «¡Para compartir con mis mejores amigas!». La esperábamos a lo lejos y la perseguía con la mirada cuando Gloria me interrumpió: «Tu madre me parece súper simpática». «¿De verdad? ¿No te parece un poco obstinada e irrazonable?». «¡Claro que no! Tiene su forma de ver las cosas y está segura de su modo de ser. Es muy valiente. Te pones demasiado nerviosa con ella, pero no es necesario. Podemos entender las diferencias culturales y me gusta aprender de ella. ¿Puedes explicarme por qué creéis que predecir el futuro cambia la suerte?».


Los viajes tienen el potencial de transformarnos silenciosamente sin darnos cuenta y de una manera que nunca podríamos suponer: con la belleza inesperada de un rincón poco recorrido, con un suceso repentino en el camino o simplemente con las personas que nos acompañan. Lo precioso del viaje es que se trata de una experiencia única para cada persona que visita el lugar y eso es porque cada individuo tiene su propio fondo que define su posición. Siempre dicen que, en Roma, como los romanos, pero mi madre me ha enseñado algo importante: no podemos nutrirnos del mundo sin tener raíz en nuestra propia tierra y cultura. Estaba nerviosa porque en ella se esconde una parte de mí misma sobre la cual no tengo confianza, pero esa sensación me impide abrazar el mundo abiertamente y tener mi propio entendimiento de todo lo que veo.


Al final del día fuimos a un bar y pedimos unas copas de sangría. Sonaba música de flamenco y una pareja de la mesa al lado se puso de pie para bailar. Mi madre los observaba, mientras marcaba el ritmo con sus pies. Cuando la música llegó al apogeo, ella entró en la pista y empezó a bailar la «danza china de las plazas». Aunque sus movimientos compaginaban mal con la música, muchas personas la aplaudieron y esta vez me sentí muy honrada de verla bailar con orgullo delante de tantos occidentales. Tomé mi móvil para hacerle un vídeo de su danza. A sus amigas les iba a gustar.


Texto ganador: «Cuando los chinos estamos en Roma» Roma ganador viaje esa experiencia Autora 曹桢 día Sevilla creía 崇真艺客

{{flexible[0].text}}
{{newsData.good_count}}
{{newsData.transfer_count}}
Find Your Art
{{pingfen1}}.{{pingfen2}}
吧唧吧唧
  • 加载更多

    已展示全部

    {{layerTitle}}
    使用微信扫一扫进入手机版留言分享朋友圈或朋友
    长按识别二维码分享朋友圈或朋友
    {{item}}
    编辑
    {{btntext}}
    艺客分享
    {{mydata.real_name}} 成功分享了 文章
    您还可以分享到
    加载下一篇
    继续上滑切换下一篇文章
    提示
    是否置顶评论
    取消
    确定
    提示
    是否取消置顶
    取消
    确定
    提示
    是否删除评论
    取消
    确定
    登录提示
    还未登录崇真艺客
    更多功能等你开启...
    立即登录
    跳过
    注册
    微信客服
    使用微信扫一扫联系客服
    点击右上角分享
    按下开始,松开结束(录音不超过60秒)